domingo, 21 de abril de 2024

De elecciones y guerras

 Me pongo a escribir este artículo sin tener claro cuál es el tema más importante de la semana, un tema sobre el que yo pueda decir algo que ayude a tocar fondo. Dos son las noticias que copan las portadas: las elecciones en el País Vasco con las que se inaugura el ciclo electoral en España y Europa, y los tambores de guerra que llegan desde Oriente Próximo. Después de dar un par de vueltas al dilema, me he percatado que las dos noticias tienen algo en común. Son dos formas de resolver los problemas de convivencia política que surgen en todo tipo de sociedades, desde la comunidad de vecinos, hasta los entes políticos del máximo nivel.

Las elecciones son el primer eslabón del estado democrático de derecho consagrado en la mayoría de las naciones. De ellas sale el parlamento y el gobierno que marcarán el rumbo político durante los próximos cuatro años. Una democracia plena admite cambios profundos siempre que todos respeten las reglas de juego marcadas por la propia Constitución y otras leyes fundamentales. ¿Pero qué pasa si los rebeldes no se someten a los preceptos constitucionales? ¿Y si los políticos utilizan su legítimo poder para enriquecerse personalmente al tiempo que aniquilan a la oposición? A nadie se le escapa que la corrupción y la injusticia son el caldo de cultivo para un enfrentamiento bélico.

El derecho internacional admite las imposiciones del ganador de un guerra como un título válido de dominio. Lamentablemente, si no surge un acuerdo justo y practicable, el segundo asalto de la contienda no tardará en llegar. El conflicto Palestino-Israelí se arrastra desde 1960. ¿Tiene solución? Los economistas sostienen que para que un acuerdo llegue a feliz término se requiere que las dos partes salgan ganando con respecto a la situación actual. Esto debiera moverlo la ONU pero por el momento no parece estar por  la labor.

La Tribuna de Albacete (22/04/2024)

domingo, 14 de abril de 2024

¿Quo vadis, Europa?

  Esta semana el Pleno del Parlamento Europeo ha elevado el aborto a la categoría de derecho fundamental e instado a la Comisión y al Consejo que lo incluyan en la Carta Europea. Los votos a favor fueron 336; en contra, 163; abstenciones, 39. Es difícil que esta propuesta se haga realidad pues para ello requeriría la aprobación de todos y cada uno de los países de la UE. Sí servirá para que los países donde el aborto ya está aprobado se apresuren a blindarlo en su Constitución para evitar futuras restricciones. Lo peor ya se ha hecho: banalizar el derecho a la vida, fundamento de los restantes derechos humanos.

Sorprende (y duele) que Europa se jacte de constitucionalizar el derecho a eliminar la vida de un ser humano indefenso, acabar con el derecho de objeción de conciencia del médico y con la libertad de pensamiento y expresión los discrepantes. Sorprende que la U.E. no enfoque sus energías y recursos en ayudar a las mujeres, al nasciturus y al recién nacido. La sociedad que de verdad desee ayudar a la mujer ha de estar dispuesta a adoptar esos niños en caso de que la madre se vea incapaz de criarlo y educarlo.  

Además de destruir los pilares de Europa (derecho a la vida, la igualdad entre nacidos y no nacidos y la libertad de objetar), la constitucionalización del aborto propina una patada en la boca a todos los médicos que desde el 500 a.C. hasta hoy han pronunciado el juramento hipocrático.  A saber: “… Jamás daré a nadie medicamento mortal por mucho que lo soliciten ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna”.

¿Quo vadis, Europa?

(La Tribuna de Albacete, 15/04/2024)

domingo, 7 de abril de 2024

El aborto, cada vez más cerca de la noche

 El 4 de marzo de 2024 la Asamblea Legislativa Francesa constitucionalizó el aborto. La Unión Europea tiene planeado hacerlo el 11 de abril. La historia de la regulación del aborto ilustra elocuentemente el avance de nuestra civilización hacia la oscuridad más peligrosa.

 Desde tiempos remotos, la humanidad ha practicado el aborto, asesinato, robo y prostitución. Ello no impidió a nuestros ancestros reconocer que todas esas conductas eran inmorales e ilegales, algo a evitar.

 En 1973 la Corte Suprema de los EE.UU. justificó el aborto en casos extremos. Los países que se preciaban de "avanzados", pronto legalizaron el aborto inducido. El eufemismo escogido (“interrupción voluntaria del embarazo”) ponía en evidencia que el aborto seguía considerándose como algo inmoral. Atentaba contra el derecho constitucional a la vida, el primero de los derechos fundamentales recogido en la DUDH de 1948.

 A finales del siglo XX, la mayoría de los países aceptaron el aborto a discreción. No es necesario buscar una causa legitimadora si negamos al feto su condición de ser humano. La nueva legislación se daba de bruces con la verdad científica. Difícilmente encontraremos en el mundo 3 genetistas que sitúen el origen de la vida humana en un momento diferente a la unión entre el espermatozoide y el óvulo. Matar a una persona era y seguirá siendo inmoral.

 La actual inclusión del aborto entre los derechos fundamentales de la Constitución pretende despejar toda sombra de inconstitucional e inmoralidad. ¡Imposible juntar en el mismo lienzo el día y la noche! Semejante pretensión choca directamente con el derecho a la vida y la igualdad allí recogidos. La verdad es la que es. No depende de mayorías parlamentarias, modas culturales o neologismos.

 La noche seguirá siendo noche por más que la iluminemos con fuegos artificiales. ¡Malos augurios para la sociedad que se empeñe en vivir de noche! El mal se esconderá más fácilmente pero sus estragos se multiplicarán.

La Tribuna de Albacete (8/04/2024).


lunes, 1 de abril de 2024

Domingo de Resurrección

 Entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección pasaron muchas cosas. La muchedumbre que le aclamaba días atrás acabó pidiendo su crucifixión, acosada por los líderes religiosos y políticos del país. Hasta sus discípulos le abandonaron. Solo se salvó el más joven, Juan, arropado por la Virgen María y unas pocas mujeres. Cristo fue flagelado y condenado a muerte. Murió el viernes, sobre las tres de la tarde, entre dos malhechores.

 Pero la historia no acabó aquí. A primera hora del domingo, Cristo resucitó y se apareció a los discípulos en varias ocasiones para explicarles las Escrituras.  Les advirtió que era necesario que el Mesías muriera para que conociéramos la gravedad del pecado. Que muriera en una cruz para dignificar las cruces con las que inevitablemente habremos de enfrentarnos en nuestro camino por este valle de lágrimas.

 Antes de ascender al cielo, Cristo instituyó la Iglesia para acompañarnos en el camino hacia Dios que no es otro que la ayuda al prójimo. Dios sigue respetando nuestra libertad para elegir entre el bien y mal. Comprende nuestras caídas pues conoce bien el barro del que estamos hechos. Afortunadamente, a partir de su resurrección tenemos asegurada la luz y fuerza del Espíritu Santo que anima la Iglesia y a cada uno de nosotros.

 La experiencia vital (propia y ajena) me ha confirmado dos verdades. Los caminos del Señor no son nuestros caminos. Solo por los caminos del Señor llegamos a la verdad que otorga pleno sentido a la vida.

La Tribuna de Albacete (02/04/24).

lunes, 25 de marzo de 2024

Domingo de Ramos

 

La semana grande de los cristianos, la Semana Santa, se encuadra entre dos domingos: el de ramos y el de resurrección. Por ponernos en contexto. La historia empezó cuando la criatura (el ser humano) quiso ser como el creador (Dios). De nada sirvieron las alianzas propuestas desde lo alto. Los hombres dieron la espalda a Dios, se enfrentaron unos contra otros y se condenaron a sí mismos. Al buen Dios no se le ocurrió otra cosa que enviar a su hijo, Cristo, para redimir al hombre del pecado y enseñarle cómo debe comportarse para ser feliz conviviendo con los demás, y ayudándoles a ser felices.

Tras tres años predicando la “buena nueva”, Cristo se aventuró a entrar en la orgullosa capital de los judíos: Jerusalén. El Domingo de Ramos describe esta entrada triunfal. Le salieron a recibir las personas a las que Jesús había ayudado y los que albergaban la esperanza de convertirle en un ariete contra el invasor romano. El grito fue unánime: “Hosanna al hijo de nuestro rey David. Bendito el que viene en nombre del Señor”.

Jesús, se dejaba querer pero sin echar leña al fuego. Parecía consciente de la superficialidad de tales vítores. Cuando cambiaran los vientos alentados por los líderes religiosos y políticos, esas mismas personas gritarían: “¡Crucifícale, crucifícale!” “¿Pero tú eres rey?”, insistirá Pilatos. Jesús respondió con la poca fuerza que le quedaba: “Tú lo dices. Soy rey, pero mi reino no es de este mundo”. En el Domingo de Ramos se vio claro lo que Jesús NO había venido a traernos. El triunfalismo, la superficialidad, la venganza. Nos enseña en no confundir a nuestro verdadero enemigo.

Las procesiones de Semana Santa, empezando por las del Domingo de Ramos, hay que vivirlas en silencio. Meditando los comportamientos de Cristo Redentor que rompen nuestros pobres esquemas humanos.  

La Tribuna de Albacete (25/03/2024)